Todos conocemos la vida diaria de las blogueras e influencers más conocidas, o por lo menos la que nos dejan ver a través de las redes sociales; fiestas, viajes, cenas, compras,… ¿A quién no le gustaría vivir así?
Ahí está el problema. Que muchas chicas no son capaces de diferenciar Instagram de la vida real, y hacerse famosas, ganar seguidores y obtener likes se convierte para ellas en una prioridad, que quieren conseguir cueste lo que cueste.
Querer tener más ‘Me Gusta’ hizo que Lissette Calveiro acabara en la ruina
Enlace patrocinadoAfter 48 hours phone-free, finally back home and connected. Missing that #MexicoCity sun already!
Enlace patrocinado
Lissette Calveiro es una joven que se mudó a Nueva York en 2013 para hacer unas prácticas profesionales, y entonces sintió que su sueño se estaba haciendo realidad: «Quería contar mi historia sobre una millenial que vive en Nueva York». Por entonces tenía unos 12.000 seguidores en Instagram, y «estaba comprando sin parar para tener las mejores fotos de Instagram y que mi vida pareciese super cool», cuenta ella misma.
Sin embargo, este tipo de vida no está al alcance de cualquiera, por lo que mientras su vida resultaba de lo más envidiable a través de las redes sociales, la joven empezaba a tener dificultades económicas, y tuvo que buscarse un segundo trabajo. «Estaba viviendo por encima de mis posibilidades», confiesa consciente de sus actos.
Pronto tuvo que volver a Miami, y allí, al volver a vivir con sus padres y no tener que pagar por el alojamiento, destinaba prácticamente todo su sueldo a ocio: cenas, compras, viajes,…Y todo, para poder enseñarlo en Instagram.
Gastaba unos 200€ mensuales en ropa, y una vez al mes se daba algún capricho de diseñador, como un bolso Louis Vuitton de 1.000€ o un accesorio Kate Spade de 400€. Lo importante era, como ella misma cuenta: «que no me vieran en Instagram llevando la misma ropa dos veces».
Enlace patrocinado
Lo peor es que ella misma era consciente de lo que estaba haciendo: «Estaba viviendo una mentira. Sentía la necesidad de hacer viajes a todos los sitios de moda y ubicarme en ellos en Instagram», cuenta. «Gran parte de los viajes que hice en esa época fue estrictamente para poder publicarlos en Instagram».
Entonces, a finales de 2016 le ofrecieron un trabajo en Manhattan y tuvo que decidir: «Sabía que mudarme a Nueva York, si seguía así, era imposible, no iba a sobrevivir, así que entré en un mini aislamiento del mundo y empecé a publicar menos en Instagram, y la mayoría con fotos antiguas». Compartiendo piso con una compañera, con un presupuesto semanal en comida de 35€ y la ayuda de un asesor financiero, en 14 meses pudo pagar su deuda.
También ha cambiado su forma de comprar. Destina una tarifa mensual a una empresa de alquiler de ropa, y repetir look ya no le supone un problema. Ahora, vive en el Soho de Nueva York compartiendo piso con otros dos compañeros y asegura que ha querido contar su historia «para ayudar, porque nadie habla de esto en Instagram y me preocupa lo mucho que veo que a las chicas les importa su imagen».
Ahora confiesa que valora todo mucho más, loy que se siente más auténtica. Y lo mejor de todo es que, siendo sincera con sus seguidores ha conseguido duplicarlos. Ha pasado de tener 13.000 a 26.000. Ser auténtica siempre es un punto a tu favor…