La lateralidad cerebral hace referencia a la diferente especialización de los hemisferios cerebrales en determinadas funciones que, en contra de lo que muchas personas creen, no es total o absoluta.
Muchas funciones de nuestro cerebro se encuentran «repartidas» entre ambos hemisferios, es decir, ambos hemisferios desempeñan algún papel a la hora de cumplir una misma función, y se comunican y coordinan entre ellos a través de una serie de fibras que los unen (cuerpo calloso).
Es por eso que la mayoría de la gente tiene una mano dominante, incluso cuando se consideran ambidiestros. Curiosamente, esta sutil característica, a priori insignificante, puede jugar un papel clave en el estilo de vida de la persona.
De acuerdo con la teoría de la dominancia del cerebro, cada individuo tiene un hemisferio dominante que determina el movimiento eficaz. Por ejemplo, si eres diestro, el hemisferio izquierdo es más dominante y el lado derecho del cuerpo es más fuerte y activo.
Ejercicios basados en tu mano dominante
Lo curioso de este asunto es que, dependiendo de cuál sea tu hemisferio dominante, ciertos ejercicios serán más beneficiosos que otros para ti. Si eliges los ejercicios adecuadamente, la sesión entrenamiento te revitalizará en lugar de agotarte.
Si eres diestro, aquí te mostramos algunos ejercicios que son buenos para ti:
- Toma una silla y colócala frente a ti para que puedas utilizarla de apoyo. A continuación, eleva tu pierna derecha unos segundos y déjela caer. Repite el ejercicio al menos 5 veces y luego cambia a la otra pierna.
- Coloca tus manos y tus rodillas sobre el suelo. Asegúrate de que tu espalda está recta mientras haces el ejercicio. Ahora, levante la pierna derecha y manténla en la posición durante unos 5 segundos. Haz lo mismo con la otra pierna. Repite el ejercicio por lo menos 3 veces.
Si eres zurdo, aquí te mostramos algunos ejercicios estupendos para ti:
- Estando de pie, abre las piernas de manera que estén bastante más abiertas que la anchura que tienen tus hombros. Ahora dobla la espalda hacia delante sin añadir tensión a la parte superior del cuerpo, como si fueras un muñeco de trapo. Mantén la posición durante unos segundos antes de volver a enderezar la espalda.
- Estando de pie, coloca tus pies uno al lado del otro. Ahora intenta tocar tus tobillos de manera que tu cara toque tus piernas mientras estiras.