Ya sea considerando la cantidad o el valor del metal empleado, el uso industrial del aluminio excede al de cualquier otro metal exceptuando el hierro o el acero. Básicamente, lo tenemos por todos lados en nuestra vida cotidiana.
Pues bien, un estudio reciente ha demostrado que el calor hace que el aluminio se filtre en los alimentos en cantidades significativamente dañinas.
Los investigadores al mando del estudio encontraron niveles peligrosamente altos de aluminio en alimentos cocinados, recalentados e incluso enfriados con papel de aluminio. El problema de este hallazgo es que, cuando el aluminio se acumula en el cuerpo, puede provocar osteoporosis y Alzheimer.
Además, el Dr. Zubaidy, uno de los autores del estudio, comentaba que: «Cuanto mayor es la temperatura, mayor es la cantidad de aluminio filtrado. El papel de aluminio no es apto para cocinar».
Por otro lado, los investigadores también observaron que el papel de aluminio puede considerarse seguro para envolver alimentos fríos, ya que no se observó lixiviación sin calentamiento. Tampoco encontraron ninguna diferencia si el lado que entraba en contacto con el alimento era el brillante o el mate.
El aluminio también ha conseguido colarse en la composición de diferentes aditivos alimentarios del mercado, muchos de los cuales son comunes en restaurantes de todo el mundo.
Sería sensato pensar que, con lo ampliamente utilizado que es, este metal debería ser inofensivo para nuestra salud, ¿verdad? Bueno, desafortunadamente, ese no es el caso. A diferencia del hierro (un mineral que necesitamos), el cuerpo no necesita aluminio. De hecho, está mejor sin él.
Los peligros de usar el papel de aluminio
Debido a que el cuerpo no lo necesita, no sabe muy bien qué hacer con él. Aunque tratará de deshacerse del aluminio, debido al nivel de exposición que tenemos en nuestro día, este se irá acumulado. Con el tiempo, este metal se acumula en los pulmones, cerebro, riñones, hígado y tiroides, lo que puede tener los siguientes efectos dañinos en su cuerpo:
1- Daño del sistema nervioso central
A mediados de la década de 2000, la exposición al aluminio se relacionó con el autismo en niños pequeños. Especialmente con los niños expuestos a altos niveles de aluminio en el agua potable.
Con respecto a los adultos, la exposición a este metal también puede conducir a un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer y Lytico-bodig, una enfermedad que se asemeja a la esclerosis lateral amiotrófica.
2- Priva al organismo de minerales muy valiosos
Cuando el cerebro queda expuesto a unos niveles de aluminio demasiado altos, el metal traspasa la barrera hematoencefálica y se acumula alrededor del hipocampo, la corteza y otras regiones que también están relacionadas con la enfermedad de Alzheimer.
Debido a que entra más aluminio en el cerebro de lo que podemos manejar (y eliminar), las células del cerebro corren el riesgo de sufrir un daño tóxico significativo. Con tanto aluminio acumulado en el cerebro, este comienza a competir con los metales esenciales que nuestro cuerpo y cerebro sí que pueden usar (magnesio, calcio y hierro). Como resultado, muchos de estos minerales se pierden.
3- Puede dañar el cerebro
Las investigaciones ha demostrado que el aluminio puede causar estrés oxidativo y tóxico en el cerebro. Este estrés puede provocar trastorno por déficit de atención con hiperactividad, epilepsia, esclerosis múltiple y otros trastornos neurológicos que son difíciles de tratar.
4- Puede dañar tus huesos
El aluminio no solo se acumula dentro y alrededor del cerebro. También se puede acumular alrededor del tejido óseo, lo que da lugar a huesos debilitados y un mayor riesgo de desarrollar osteoporosis.