Mark Frauenfelder es un blogger, ilustrador, periodista y actualmente director en Blockchain Futures Lab, una empresa que combina tecnologías de manera que los usuarios puedan gestionar su información de una forma extremadamente segura.
Se ha convertido en protagonista de los titulares ya que se ha sumergido en una aventura de la que pudo salir muy mal parado.
Memoriza bien tus contraseñas para evitar problemas
Frauenfelder decidió gastar unos 3000 euros en comprar bitcoins (una criptomoneda virtual) en enero del 2016. Era un buen momento ya que, en ese momento, valían dos veces el precio que había pagado.
Utilizó Trezor, un dispositivo que permite almacenar de forma segura tus monedas digitales. La compra de dicho dispositivo te merecerá la pena si tienes una buena cantidad de monedas digitales que almacenar, ya sea en formato Bitcoin, Dash, Zcash o Ethereum.
Lo interesante es que si el usuario olvida su PIN, puede recuperar su cuenta con un código de 24 palabras, pero… ¿y si no tenemos nada?.
Frauenfelder se marchaba a Tokyo con su mujer y sus hijas no estaban en casa para decirles qué tenían que hacer. Antes de salir, apuntó en un papel el PIN, la frase de 24 palabras y algunas instrucciones por si acaso surgía algún imprevisto y lo dejó debajo de la almohada de una de sus hijas.
Cuando volvió del viaje, le preguntó a su hija dónde había guardado el papel que había debajo de su almohada, a lo que ella contestó que no había visto nada. Le preguntó a las limpiadoras, a su mujer y buscó por todos los rincones de la casa, pero no aparecía.
Después de que cundiera el pánico, Frauenfelder pensó que con su número de usuario podría cambiar los datos de su cuenta, pero no se acordaba de la contraseña.
A partir de ahí decidió investigar por muchísimas páginas y foros de internet una manera de recuperar sus bitcoins a contrarreloj, ya que su precio iba aumentando a medida que pasaban los segundos.
Finalmente, a través de un conocido, un niño de 15 años, experto en hackear Trenzo, le ayudó y pudo recuperar sus 32.287 dólares. Al final el mal rato, mereció la pena.
